Entre la década del 50 y 60, cuando la feria dominical de Huancayo adornaba la Calle Real, muy cerca a la intersección con el jirón Loreto, vendía unas figurillas del madero del maguey, que recreaban danzas y costumbres locales, uno de los artistas más importantes que el Valle del Mantaro ha tenido: don Abilio Gonzales o como lo conocía su familia “papacha Abilio”.

Fuente: http://estacion16.blogspot.pe/2015/12/don-abilio-gonzales.html
Pedro Abilio Gonzales Flores (1912-2006) fue el patriarca de la familia Gonzales, los famosos imagineros de Aza. Cuando Abilio Gonzales falleció en febrero del 2006 se fue quizás con él, algo así como el artista popular “completo”. Lo propongo como completo, porque no sólo era imaginero (tallaba figurines de maguey revestidos de tela engomada y policromada), era también músico, danzante, agricultor, curandero, restaurador, juguetero, contador de historias, era en resumen un portador de la cultura vallemantarina; era, como se suele decir, un “curioso”.
Nació en Santa Barbara de Aza a 5 kilómetros de Huancayo el 22 de febrero de 1912, fue hijo de Gregorio Gonzales y María Angelina Gonzales, herederos de la tradición de la imaginería, entendemos colonial y religiosa, pero reapropiada como expresión de la cotidianidad del hombre andino. “Papacha Abilio” no solo era reconocido por la imaginería que decantaban sus manos, sino, y esto desde el fervor popular, por su trabajo alrededor de las “cruces de mayo”.
Abilio Gonzales tuvo tres hijos con Clotide Alfaro Piñas, también de Aza: Julián, Felipe y Germán. Hoy son los hijos de Germán los que mantienen viva la tradición y son sus herederos. Sus nietos Pedro, Javier y Antonio son los abanderados de “papacha”, cada uno con un estilo y visión del mundo particular pero con un mismo tramaje anudado en el cariño insondable a Aza y a la memoria del abuelo.
En su puesto de la feria los más importantes coleccionistas de arte popular del mundo se disputaban su trabajo. Hoy su memoria vive en Aza y también deambula por el mundo, en esas colecciones.
(Publicado originalmente en: Whynot Magazine Nro. 24)
1 Comentario